"How I Found the Augustinians" by Rev. Homero Sanchez, O.S.A.
On June 8, 2013 at St. Rita of Cascia Parish in Chicago, Bishop Dan Turley, O.S.A. ordained Homero Sánchez, O.S.A. to the priesthood. Here Fr. Homero's reflection in Spanish, followed below by a translated summary into English.
Hace poco tiempo, antes de mi ordenación sacerdotal celebrada el pasado 8 de Junio, 2013 en St. Rita of Cascia Parish, en Chicago, una persona se acerco a mi y me empezó a preguntar sobre, ¿Cómo saber si estaba haciendo la decisión correcta al elegir seguir a Cristo de una manera radical en mi vida? Esta es la pregunta más difícil que me han hecho, y no es la única vez que me lo han preguntado, en mi reflexión personal, yo mismo me he cuestionado, si elegir a Cristo como mi prioridad es lo más importante para mi, ¿si es que realmente lo que quiero para el resto de mi vida?
Mi respuesta fue: “en este momento me encuentro totalmente seguro que yo quiero entregar mi vida a Dios en medio de mi comunidad en la Orden de San Agustín, quiero buscar a Cristo en medio de los hermanos, para orientar juntos nuestra vida y nuestro sentir hacia un solo fin, conocer a Cristo y descubrirlo en medio del que esta a nuestro lado, así como en el rostro de los más necesitados, enfermos, solos, tristes y desamparados. Compartir el milagro de su presencia en los sacramentos y trabajar para hacer presente el Reino de Dios entre nosotros”.
¿Cómo saber si estoy haciendo lo correcto? En estos momentos, después de haber vivido en comunidad desde que tenía 15 años y después de ser parte de la Orden de San Agustín por más de 7 años desde mi noviciado en 2005 creo que puedo decir que el amor a mi vocación y al llamado que he sentido de vivir en comunidad con los hermanos, y entregarme totalmente a Cristo en la comunidad, es autentico, y aunque ha cambiado no ha disminuido, se ha fortalecido. Ya no siento que sea aquel enamoramiento que puede hundirse con una tormenta, o que pude desvárense con la dificultad de los tiempo.
El primer amor que tuve al sentir el llamado de Cristo en la familia Agustiniana, no se ha desgastado, sino que se ha fortalecido y alimentado con cada uno de las etapas de mi vida.
Recuerdo que cuando estaba en la etapa de la preparatoria, había diferentes opciones que me gustaba e incluso a las que me podía sentir más orientado, esa fue etapa maravillosa en la Ciudad de Aguascalientes, México, donde descubrir un respeto importante a la eucaristía y donde la presencia de Cristo era contante, donde las decisiones que parecía sencillas llevaban gran responsabilidad, pero las demás opciones vocacionales, no llenaban mi vida, seguía con un vacío interior que sólo era llenado dentro de la Vida Religiosa Agustiniana.
Luego en el año 2004 en Guadalajara, Jalisco, México, descubrí el llamado real de un Cristo que se escondía en los más pobres, en los pequeños y encarcelados, un Cristo que se muestra al mundo en las cosas más sencillas y en los más humildes, es ahí donde descubrí el valor de lo sencillo que caracterizó a cada uno de lo santos de la Orden, es ahí donde la admiración por St. Rita se convirtió en amor a Aquel que nos llama a servir de diferentes maneras y bajo diferentes realidades.
El noviciado fue la etapa más intensa de mi experiencia espiritual, la oración y el trabajo común era una actividad constante, la dedicación a la lectura y el enamoramiento por la historia de mi Orden de San Agustín fue lo que me ha hecho el día de hoy estar orgulloso de ser parte de un carisma al que Dios me ha llamado, no por merito mío sino por que El así lo ha querido.
En 2005 comenzó una nueva etapa de mi vida una etapa donde la responsabilidad de las promesas hechas a Dios se convertirían en mi impulso y eje central de mi vida, ya que hice mi primera profesión de los votos de Castidad, Pobreza y Obediencia, simbolizando mi entrega temporal a Dios con una renovación anual durante los siguientes 5 años. En el año 2010 hice de manera definitiva mi consagración a Dios en la Orden de San Agustín, por medio de la Profesión Solemne de los votos. He descubierto el sentido de una Orden que me quiere como miembro suyo en la Provincia de Chicago, donde me han recibido con el corazón de hermanos y los brazos abiertos.
¿Cómo saber si he hecho la opción correcta y que permaneceré fiel al Señor hasta el final de mi vida? No lo sé, pero en el camino de mi vida espiritual me he nutrido de excelentes ejemplos de Obediencia, Pobreza y Castidad, ejemplos de humildad que me han impulsado con la esperanza siempre puesta en nuestro ideal de comunidad “una sola alma y un solo corazón orientado hacia Dios”.
Muchos de estos ejemplos los he encontrado en mis comunidades, en especial en nuestra misión en Perú, donde la fraternidad y el ideal agustiniano está presente, donde la juventud de nuestro Vicariato de San Juan de Sahagún, en Chulucanas, hace que el ideal a la vida comunitaria sea una prioridad, donde el amor y la santidad de Dios en medio de los hombres está presente.
He hecho una elección y mi elección ha sido Cristo, un Cristo que está presente en medio de la comunidad Agustiniana. He hecho una elección por servir a Cristo en medio de los hombres y mujeres, como ser humano necesitado de la gracia y misericordia de Dios, por eso hoy más que nunca consiente de mi fragilidad como ser humano pido a Dios que me conserve siempre en su presencia y a su lado, y conserve mi vocación intacta para poder ser humilde, y vivir con mis hermanos en la búsqueda de la Verdad, con “un solo corazón y una sola alma orientados hacia Dios”.
Not long ago, before my ordination on June 8 at St. Rita Parish in Chicago, someone came up to me and asked, “How do you know if you are making the right decision to follow Christ in such a committed way?” This is the most difficult question I’ve ever had been asked, and it is not the only time I have been asked it. In my own reflections, I have asked myself that if the choice to follow Christ is the greatest and most important priority to me, is it really what I want to do the rest of my life?
My response was: “Right now, I am totally sure that I want to give my life to Christ in the community of the Augustinian Order. I want to search for Christ with my brothers so that He may guide our communal life toward the single purpose of knowing Him, knowing that He is always by our side, and that He is with the needy, sick, lonely, sad, and helpless. I want to share the miracle of His presence in the sacraments and want to work toward creating His Kingdom on Earth.”
How do I know if I’m doing the right thing? After living in community since I was 15 and after being a part of the Order for more than seven years since my novitiate in 2005, I believe I can say that because of my love of my vocation and the call I have felt to live in community, this complete surrender to Christ is authentic.
I remember when I was in high school, there were plenty of different paths of life that I was interested in. Living in Aguascalientes, Mexico was wonderful: they had a major respect for the Eucharist and Christ’s presence was ongoing and constant. There were plenty of career options that interested me throughout, but there was still a gap that was only filled by living with the Augustinians.
Later in 2004 in Guadalajara, Mexico, I heard a call to follow a Christ who was hiding in the poorest of countries, in the small and imprisoned. A Christ who is shown to the world through the simplest ways, and the most humble ways I found were characterized in the saints of the Augustinian Order.
The Novitiate was the most intense period of my spiritual journey: praying and working together was a constant activity. The dedication to reading, and falling in love with, the history of the Augustinian Order is what now makes me so proud to be part of this community where God has called me.
In 2005, I made my first vows of chastity, poverty, and obedience, symbolizing my temporary surrender to God, with an annual renewal for the next five years. In 2010, I made my definitive consecration to God in the Augustinian Order by professing my solemn vows. I had then discovered the meaning of an Order, when I was invited to join
the Midwest Province of the United States, where I was welcomed with open hearts and arms by my brothers. I have since found great examples of our charisms in our missions in Peru, where the spirit of Augustinian fraternity is alive and present. The
youth of our Chulucanas Vicariate of San Juan de Sahagún makes community life a priority, and the love and holiness of God among them is present.
I made a choice, and my choice was Christ. I made a choice to serve Christ among men and women, as a human being in need of the grace and mercy of God. Now more than ever, I am aware of my own frailty as a human being, and I ask God to keep me in His presence and by His side: keep my vocation to be humble and intact and to live with my brothers in the pursuit of truth with “one mind and one heart on the way to God.”
Translated from Spanish by Patrick T. Murphy, Senior Advancement Associate of the Province of Our Mother of Good Counsel